El pequeño reino perdido en Asturias, con dificultades de comunicación con Europa, al aumentar su territorio a costa de los musulmanes, con Alfonso II, hace posible una transformación en buena parte debida al propio rey. Éste reino se siente heredero del idealizado reino visigodo y por otra parte, existen primeras relaciones entre el imperio carolingio y Alfonso II.
La política constructiva de Alfonso II hay que entenderla de varias maneras. En primer lugar, el progresivo aumento de territorio y de medios, la mayor complejidad de la corte y la conveniencia de una nueva capital, Oviedo, mejor situado y comunicada que las anteriores. En segundo lugar, el deseo de reconstruir en Asturias la pompa de la perdida Toledo. En tercer lugar, el contacto con otras construcciones galaicas o leonesas. Finalmente, no hay que olvidar la religiosidad extrema de Alfonso II. Todo ésto nos indica que el arte asturiano fue un arte casi completamente financiado por el monarca, dentro de la política de prestigio que favorezca su intento de recobrar el ideal orden visigodo perdido. Su dominio sobre la iglesia seglar y la escasa fuerza económica del movimiento monástico favorecerán esta situación, así la mayor parte de las construcciones civiles y religiosas aparecen vinculadas al monarca.
YARZA, J. (1981). Arte y arquitectura en España 500/ 1250. Madrid: Ediciones Cátedra, S. A. Págs. 39-45