miércoles, abril 17, 2013

3.1. La regia sedes ovetense y el renacimiento cultural.

La iglesia de San Julián de los Prados o de Santullano, está emplazada en la zona Norte del suburbium de la Ciudad de Oviedo (Ovetao), extramuros, de la regia sedes ovetense de Alfonso II y situada en un núcleo de comunicaciones de origen romano (tal como se apunta en el punto 3). Las manifestaciones de la cultura ovetense del siglo IX, se hacen presentes en la producción creativa: por un lado en el plano artístico, con el florecimiento del ciclo monumental prerrománico asturiano; y por otro lado, el literario, que culminara con la obra historiográfica que constituyen las primeras crónicas de la España cristiana de la Reconquista.

En lo que se refiere al despliegue del proceso cultural, según lo que se interpreta a través de las Crónicas Asturianas, se retoma como base la ideología del pasado reino visigodo que aportará las características y precedencias de las nuevas manifestaciones   que se producen durante el desarrollo de la vida urbe regia ovetense en el siglo IX.

Tres raíces esenciales se perciben en la fundamentación cultural y artística de la monarquía asturiana, iniciada con la problemática construcción de la basílica de la Santa Cruz por Favila, en cangas de Onís, en el 737m seguida de la construcción de Santianes de Pravia por Silo. Y clave es, también la influencia romana, que pudo llegar a asturias a través de Galicia, vinculada estrechamente al reino de Asturias en todo momento a través de las tierras del Duero. Tanto es así que hay que tener en cuenta que durante el reinado de Alfonso II, surge la leyenda del descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, cera de 
Iria Flavia, en Galicia. Se produce, al mismo tiempo el patronazgo apòstólico de Santiago el Mayor, por parte de la monarquía asturiana, levantando una iglesia de fundación real en su honor, en el año 829, en el lugar de Galicia campus stellae (posterior Compostela), donde supuestamente se encontró su sepulcro.

Del ciclo que hoy comúnmente se conoce con el nombre de “Arte Asturiano”, término acuñado por G.M. Jovellanos, se han conservado un conjunto integrado por edificios civiles y eclesiásticos, además de tres de las más importantes joyas del arte de nuestra Alta Edad Media. Las cruces de los Ángeles y la Victoria y el arca de las Agatas; así como algunos vestigios arquitectónicos de gran interés. De ese elenco monumental, tanto del total o de los fragmentarios que sólo se conservan en las fuentes escritas de la época, se articulan plenamente en el movimiento cultural que tiene su centro de irradiación en la regia sede ovetense.

La primera fase de este proceso corresponde al reinado de Alfonso II, prolongándose a lo largo de cincuenta años, desde el 791 al 842. El Renacimiento cultural impulsado por el Rey Casto, se iniciará a partir del año 812 ( fecha de la donación del monarca a la nueva Iglesia de San Salvador de Oviedo), en el aspecto monumental, a través de la construcción de edificios religiosos y civiles para dotar de la infraestructura material que la política del monarca requería. Siguiendo para la organización el modelo  del antiguo Reino de Toledo, tal como se menciona anteriormente.  Incorporando, también,  influencias carolingias, italianas, orientales y obviamente mozárabes (aquí el término se emplea en un cierto sentido de anticipación). Todo sobre un fondo que se irá gradualmente desplazando debido a las aportaciones de los inmigrantes cristianos que se desplazaban desde Al-Andalus desde el siglo VIII.  

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Miniatura del Libro de Los Testamentos (s. XII). (Autor: Pelagius)
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Muralla medieval ciudad de Oviedo en la actualidad. (Autor: Adeslos RM)
Obedeciendo al designio que inspira la obra política del Rey Alfonso II y a la exigencia de dotar a la nueva corte ovetense de los elementos materiales que sustenten una organización que pretendía emular a la antigua Corte Toledana, se desplegó una actividad a modo de primera urbanización de Oviedo con proyección en el entorno rural de la ciudad. Algunos autores sostienen que no era tanto la intención artística de emular a los antiguos godos, si no de legitimar una nueva institucionalidad o Traslatio, a través del carácter electivo de su nombramiento, rompiendo con la continuidad del caudillaje electivo de la monarquía germánica que transforma en una monarquía hereditaria.

Cuando Alfonso II subió al trono fue consagrado por la unción sacerdotal unctus  est in regno , al igual que Wamba y Rodrigo, ritual que ya establecía la idea de continuidad entre el perdido reino visigodo y el nuevo reino astur. Este fenómeno, incluida la idea de descendencia de los soberanos asturianos con respecto a los visigodos, tuvo su proyección en la imitación de varios aspectos de la antigua organización goda. 

La Crónica Albeldense hace incapié en el recuerdo de Alfonso I, hijo de Pedro, Duque de Cantabria, descendiente de los Reyes visigodos Leovigildo y Recaredo, que casó con Ermesinda, hija de Pelayo, lo que supone la vinculación genealógica con el pasado. Aunque esta continuidad con cierta independencia con respecto a Toledo, se ve favorecida con la figura de Beato en disputa con Elipando, arzobispo mozárabe, cabeza de la iglesia cristiana en territorio musulmán. Esto significaba el aspecto religioso de la ortodoxia frente a la heregía, además de recordar la etapa de Recaredo y el mantenimiento de una línea católica frente al arzobispo mozarabe, como antes lo había sido respecto al arrianismo.

Hoy en día, no queda nada del templo dedicado a San Salvador y los doce apóstoles, destinado a ser asiento de la nueva diócesis ovetense creada por Alfonso el Casto y del cual  las Crónicas  alaban su belleza y solidez constructiva.  Sin embargo, adosados al muro sur de la actual Catedral, en cuyo solar se alzaría la primitiva basílica de San Salvador, todavía son visibles los cimientos de lo que se considera fue residencia del monarca y de su corte, dando idea de la magnificencia de lo que pudo ser su corte decorada con magníficas pinturas, según la Crónica Albeldense, que quizás fueran de la misma factura de las que, todavía hoy, adornan las paredes interiores de la basílica de Santullano.


Todo el conjunto de edificios se protegió con una muralla.El trazado de la muralla se organizó en relación con el núcleo ideológico y representativo de la corte, formado por el Palacio Real y la Cámara Santa, San Salvador, Santa María y San Tirso. Se definía así,  el recinto de aquella primitiva urbs regia, asentando una Corte y una sede episcopal de nueva creación, que además fue adquiriendo formas estatales claramente definidas y que bajo el caudillaje de Alfonso II sirvieron de establecimiento para  lograr las estrechas relaciones diplomáticas y culturales con el poderoso Imperio Carolingio y para manentener abiertas las comunicaciones con Al-Andalus. 

CID PRIEGO, C. (1995). Arte prerrománico de la Monarquía Asturiana. Oviedo: Grupo Editorial Asturiano. págs. 10-13

GIL FERNÁNDEZ, J, MORALEJO, J. L., RUIZ DE LA PEÑA, J.I.:  Crónicas Asturianas: (Crónica de Alfonso III (Rotense y "A Sebastián"), Crónica Albeldense (y "Profética"), Págs. 200-216
NIETO ALCAIDE, V. (1989). Prerrománico asturiano. Salinas: Ayalga Ediciones. Pág. 42