Las pinturas de San Julián de los Prados en el siglo XVIII se ocultaron bajo una capa de cal y reaparecieron durante la restauración de Selgas y han recibido otros cuidados posteriores que descubrieron nuevas zonas. Con el descubrimiento realizado por don Fortunato de Selgas, en el año 1913, el arte asturiano se enriquecía con el aporte, hasta ese entonces prácticamente desconocido, de un género realmente nuevo de decoración pictórica de las iglesias de la Alta Edad Media hispana. Manuel Gómez-Moreno realizó bocetos de los restos de las pinturas murales de Santullano, cuando la iglesia aún conservaba las bóvedas, accediendo a la parte superior de las mismas, lo que le permitió una observación directa de los paramentos y sus pinturas al fresco. Obtuvo dibujos a lápiz, superficialmente coloreados o con indicación del color que debían tener. En 1916, Fortunato de Selgas publica el hallazgo de las pinturas al fresco de la iglesia con reproducciones gráficas pioneras para la época a cargo del dibujante Senén Rivero. En 1926, Adolph Goldsmidt estudia la pintura mural descubierta y avanza un análisis en el que propone que los restos se parecen a los estilos pompeyanos tardíos de la época romana. Goldschmidt influirá en su discípulo Helmut Schlunk para que realice una profunda investigación y una interpretación iconográfica de la pintura mural de los edificios del arte asturiano. Helmut Schlunk publica sus primeras conclusiones en 1947 y en 1957, conjuntamente con Magín Berenguer, publicarán la más profunda y decisiva investigación sobre la pintura mural asturiana. Supuso un enorme salto cualitativo en la profundización del estudio iconográfico de las pinturas murales de las iglesias prerrománicas asturianas, así como en la descripción y análisis tipológico y artístico de sus motivos decorativos.
CID PRIEGO, C. (1995). Arte prerrománico de la monarquía asturiana. Oviedo: Grupo Editorial Asturiano. Pág. 123
ARIAS, L. (1993). Prerrománico asturiano: El arte de la Monarquías Asturiana. Gijón: Ediciones Trea, S.L.. Pág. 58