Las
tres naves longitudinales estaban destinadas al pueblo de fieles. El
arco de triunfo que precede a la zona absidal, es una representación
altamente simbólica e inusitada en nuestra arquitectura religiosa.
Los arcos triunfales se originaron en las puertas monumentales de las
viejas ciudades de Mesopotamia, pasaron al arte Helenístico y en lo
romano proliferaron como monumentos honoríficos exentos,
independizados de las murallas y persistieron en la Edad Media. El
fuerte triunfalismo de este arco se explica porque es un lugar de
límite y te tránsito, hasta él llegaban los fieles y allí
recibían la eucaristía. El espacio que había más allá del arco,
estaba fuera de su alcance.
La
tribuna, era un espacio que presidía el templo. Era el lugar del rey
y desde ella asistía a los oficios. La elevación de la tribuna y su
situación en un espacio magnificado, eran símbolos de la dignidad y
poder de la realeza.
La
capilla mayor, ante el altar, era el lugar dónde el obispo y el
levita debían situarse durante la misa para tomar el pan y el vino.
Estaba prohibido para el resto del clero el acceso a esta zona.
Así,
el clero, recibiría la eucaristía en la zona del coro, que estaba
situado delante de la capilla mayor y separado por un cancel. No
sabemos a ciencia cierta, si en San Julián de los Prados, el espacio
del coro pudiera estar situado en la zona central del transepto. Los
fieles recibían a eucaristía en la zona denominada spatium
fidelium.
CID PRIEGO, C. (1995). Arte Prerrománico de la Monarquía Asturiana. Oviedo: Gea & Gómez-Tabanera, págs: 118-120.
NIETO ALCAIDE, V. (1989). Prerrománico asturiano. Salinas: Ayalga Ediciones. Págs: 48-51.